viernes, 20 de febrero de 2009
Robó Huyó y lo Pescaron. Por HappyHack
Mr. Allen, ladrón I. La película Llegamos al final de nuestro ciclo de cine titulado Ladrones, que tuvo tres películas más fuertes de lo que hubiera imaginado. Por suerte la última que veremos se trata de una comedia ligera, que siempre hace falta para relajar estas noches de viernes más allá de una buena copa de vino. Se trata de “Robó, huyó y lo pescaron”, nombre con el que se dio a conocer en México la película de 1969 titulada “Take the money and run”, del director norteamericano Woody Allen. Si bien el término comedia ligera parecería un poco despectivo, no es mi intención en absoluto considerar mal a esta cinta. Todo lo contrario, me parece que es una pieza fundamental en la carrera del director, que no es poca cosa. Explícome. “Robó, huyó y lo pescaron” fue la primera película escrita, dirigida y protagonizada por Allen. Muchos consideramos que también es una de las más caóticas dentro de su filmografía. Nos cuenta gags uno tras otro de forma tan acelerada que hay ocasiones que da poco tiempo para captar el chiste cuando ya se está contando otro. Muchas de estas bromas serán constantes aunque ligeramente modificadas en el resto de su carrera. Lo interesante y atractivo de esta es que tiene un desquiciado sentido del absurdo, tanto en los diálogos como en las imágenes, hilvanando una historia ridícula de hora y media. De esta manera, Allen aprovecha para experimentar cinematográficamente en muchas escenas, corriendo por la calle cámara-en-mano, por ejemplo. La cinta narra, en forma de documental, la biografía de un ladrón frustrado. Se entremezclan, como en cualquier documental, entrevistas a personas cercanas o que lo conocieron, con fotografías y escenas narradas de su vida. Este tipo de falso documental, el cual los gringos bautizaron con el nombre de mockumental (mock es un término que significa algo así como ridículo), fue algo prácticamente inédito para la época. Solamente se encuentran dos ejemplos anteriores: A hard day’s night (Richard Lester, 1964), donde se narra un día imaginario en la vida de Los Beatles, y una cinta para televisión de John Cleese (antes de que existiera el grupo Monty Python), que pasó prácticamente desapercibida, llamada How to Irritate People (1968). El mismo Woody Allen muchos años después retomará el género en su cinta Zelig (1983). Otro aspecto a destacar en la cinta es que está llena de influencias, y en algunos casos más bien homenajes, a otros actores, directores e inclusive películas. Algunos de los más evidentes son los ridículos disfraces de Groucho Marx que utilizan los padres del protagonista; la broma que termina siendo doble acerca del director de cine llamado Fritz (por supuesto en referencia a Lang), que en su discurso recuerda al Erich Von Stroheim de la película Sunset Boulevard (Billy Wilder, 1950); en este mismo sentido hace una parodia con un juego de sombras al puro estilo de las películas de Lang; o de la película Los fugitivos (Stanley Kramer, 1958), protagonizada por Tony Curtis y Sidney Poitier en donde dos reos huyen encadenados. Otros menos a la vista recuerdan el estilo de comedias de Howard Hawks como La adorable revoltosa (1938) o Su juego favorito (1964), donde el director intenta a toda costa que los protagonistas resulten graciosos (este tipo de comedias, fueron poco exitosas en su época, pero para 1969 ya se consideraban clásicas). De entre las más obscuras encontramos que el nombre del juez (Julius Epstein) es el mismo del guionista, nada menos que de Casablanca (Michael Curtiz, 1942), que es una de las cintas favoritas de Woody Allen (¿casualidad?). II. El director Woody Allen, nacido Allen Konigsberg, neoyorkino de hueso colorado (por eso también es paradójico que esta, su primer película, haya sido rodada en San Francisco). Eterno obsesivo y autocrítico. Odiado por muchos y amado por otro tanto. Protagonista de escándalos sexuales. Artistas hacen cola para actuar en sus películas. Comenzó su carrera en el cine participando en un experimento llamado Lily La Tigresa (1966), donde a partir de una película japonesa policiaca, quitó los diálogos originales y los dobló para hacerla comedia. Le siguió Robó, huyó y lo pescaron, que como mencionamos fue la primera en que participó como actor, guionista y director. Los productores no quedaron completamente satisfechos con el resultado, pero el éxito comercial los hizo callar. Sus siguientes cuatro películas tuvieron menor éxito en Estados Unidos, pero que poco a poco lo hicieron cada vez más famoso en Europa. La última noche de Boris Grushenko (1975) ganó el premio de la crítica internacional en el festival de Berlín. Allen llegó a declarar que si no fuera por el viejo continente, no sería nadie. Entonces llegó Annie Hall (1977), conocida en México como Dos extraños amantes, que le valió el premio Oscar a la mejor película. Parecía que todo iría viento en popa, pero el hecho de darle la espalda a la industria no yendo a recibir el premio, hizo que el público norteamericano nunca lo perdonara. Dejó a un lado las comedias y empezó a hacer películas serias, cada vez menos comprendidas, aunque Manhattan (1979) hoy se considera todo un clásico. A principios de los años 80 regresó a hacer comedias, a un ritmo increíble de una película por año hasta la fecha. Con tal cantidad de obras (contamos 39 cintas hasta 2008), es difícil mantener un nivel tan alto. Ciertamente muchos de sus filmes de los años 80 y 90 son menores. Sin embargo Allen no podría dejar de sorprender cuando en 2005 viajó a rodar en Europa por primera vez. Ese año realizó Match Point, una película seria, inspirada en la obra de Dostoievski, que acaparó premios en toda Europa. A sus 74 años, Woody Allen es uno de los directores norteamericanos más creativos. En sus 39 películas ha hecho comedias, dramas, ciencia ficción, policiacas, fantasía, musicales, adaptación de obras clásicas… ¡ya quisiéramos más de uno tener la mitad de su carrera!
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